La planta de vid al desnudo

Si observas de cerca una planta de vid puedes llegar a preguntarte, ¿es un arbusto? ¿O es un árbol?

Con forma similar a un árbol, su tamaño es más parecido al de un arbusto… Piénsalo un momento, ¿qué opinas? Por mucho que lo pienses, lo más probable es que no llegues a imaginar nunca que, en realidad, ni es un árbol ni es un arbusto. La vid es una liana.

Las lianas crecen principalmente en longitud y, en la naturaleza, la vid lo hace trepando por el tronco de los árboles hacia lo alto de ellos, en busca de luz solar. Con el paso del tiempo y la domesticación de la vid silvestre (Vitis vinifera sub. sylvestris), los seres humanos hemos obtenido la vid cultivada (Vitis vinifera sub. sativa). Para poder cultivarla facilitándonos el trabajo, le damos, con la poda, las formas que puedes observar en la actualidad, pudiendo distinguir en las plantas los brazos, el tronco y, si profundizamos en el suelo, las raíces.

Las raíces fijan la planta al suelo y, a través de ellas, absorbe de este los elementos nutritivos y el agua que necesita para su desarrollo. Sirven, además, como almacén de sustancias de reserva.

Si salimos a la superficie y seguimos subiendo, nos encontramos con el tronco, cuyo grosor aumenta, aunque no proporcionalmente con la edad, como ocurre en los árboles. Sostiene la planta al suelo y comunica las raíces a través de una compleja red de conducciones de savia con la parte superior de la planta, donde están los brazos, sobre quienes se anclan los sarmientos, repletos de hojas, zarcillos y flores.

La estructura de los brazos varía en función de la forma que queramos darle a la planta. Si la formamos, por ejemplo, en vaso, puede tener desde 3 hasta 5, asemejándose a un árbol pequeño, mientras que si lo que queremos es formar un cordón Royat, solamente tendrá dos brazos muy bien alineados.

De los sarmientos, anclados sobre los brazos, cuelgan las hojas, flores y zarcillos. Las hojas tienen formas y colores diferentes en función de la variedad: más grandes, más pequeñas; más o menos redondeadas; colores verdes más brillantes, más azulados o incluso con tonalidades rojizas. Además, cambian de tamaño y color a medida que se van desarrollando. Su capacidad fotosintética también varía para satisfacer las demandas exigidas por la planta.

Las flores son los templos donde se obra el milagro. Aparecen cada primavera y, tras la polinización, el pistilo (tal y como se llama al ovario de las plantas) aumenta de tamaño hasta dar lugar al grano de uva.

Los zarcillos son inflorescencias estériles que nacen en el lugar opuesto a las inserciones de las hojas y en las zonas más altas de los brotes. Si la cepa tiene soporte, utiliza los zarcillos para sujetarse.