Un cultivo milenario

¿Has pensado alguna vez que en algún momento de la historia hubo una primera persona que bebió vino?

Según la Biblia, fue Noé el primer ser humano que cultivó una vid y también quien primero bebió en exceso el caldo resultante de su fruto. Según la mitología griega, fue el dios Dionisos quién tuvo el honor de transmitir a los hombres las excelencias del cultivo.

Dejando a un lado los mitos, lo que sabemos con seguridad es que la especie Vitis vinífera (la vid de toda la vida) está entre los cultivos humanos desde hace, al menos, 8.000 años, habiéndose producido el vino por primera vez en las Regiones del norte de Mesopotamia.

Los primeros registros históricos de su cultivo se sitúan en Egipto. Un Egipto en el que el vino era consumido solo por nobles y clérigos y casi siempre con intención ritual. Con la Cultura griega se impulsó la producción de vid y el consumo de vino se popularizó. Tanto así que en la antigua Grecia una borrachera de vino podía formar parte de un ritual religioso, reservando incluso un hueco en el Olimpo al dios del vino: Dionisos.

Con la llegada del imperio romano el consumo de vino empezó a generalizarse hasta el punto de convertirse en un uso cotidiano y un bien de primera necesidad. Ellos también tenían su dios del vino, Baco. La Edad Media, sin embargo, supuso una doble tendencia. Por un lado, las constantes migraciones y conflictos debilitaron la producción de vid. Por otro, el espíritu religioso cristiano ensalzó el simbolismo del vino y, por ende, la permanencia de su producción.

El cultivo de la vid en Navarra podría tener su origen en la Edad del Hierro, entre el 900 y el 400 antes de Cristo. Desde entonces, la vid ha estado presente en la vida de los navarros formando parte importante de nuestra historia, algo que podrás descubrir en Enozentrum.